Pilotando un Toyota GR Yaris Rally1, Ogier se aseguró la victoria por un margen de 18,5 segundos sobre su compañero de equipo Elfyn Evans tras una última jornada de infarto en los Alpes franceses.
El decisivo tramo final del domingo amenazaba con cambiar las tornas. Ogier y su compañero de equipo en Toyota GAZOO Racing, Elfyn Evans, optaron por llevar cuatro neumáticos Hankook con clavos y sólo dos superblandos, un planteamiento que resultó eficaz en las carreteras heladas de Avançon - Notre-Dame du Laus, pero que les dejó vulnerables en el penúltimo tramo, más seco, en Digne-les-Bains / Chaudon-Norante. Allí, Adrien Fourmaux brilló con una configuración de neumáticos lisos, superando a ambos Toyota por 23,9 y 17,8 segundos respectivamente y amenazando momentáneamente con alterar el orden del podio.
Fourmaux, que debutaba con Hyundai en el WRC después de cambiar de M-Sport Ford fuera de temporada, esperaba que las condiciones fueran más secas en el tramo final del rallye, Wolf Power Stage, para maximizar su ventaja con los neumáticos lisos. En cambio, el helado Col de Turini niveló el terreno de juego, dejándole con la misma configuración de neumáticos mixtos que Ogier y Evans.
Ogier se anotó otra victoria de tramo, mientras que Evans aguantó el ataque tardío de Fourmaux por sólo 4 segundos, a pesar de un roce de infarto con una pared de piedra.
«Menudo fin de semana», reflexionó Ogier, cuyo primer triunfo aquí se produjo durante los días del IRC del Rallye de Montecarlo en 2009.
«No sé por dónde empezar. Creo que este fin de semana me ha acompañado mi estrella de la suerte: mi tío, al que perdimos hace un año. Estoy seguro de que me lo traía todo y éste es para él. No tengo ni idea de si ahora será mi último Rallye de Montecarlo. Sería un buen momento para parar».