La pérdida de Craig Breen pocos días antes del inicio de la cuarta prueba del WRC de este año arrojó una nube negra sobre el campeonato. Nadie sabía cómo sería el jueves. Nadie sabía cómo se sentiría, cómo reaccionaría, cómo lidiaría con la emoción.
Estaba en carne viva.
La comunidad del WRC se reunió para recordar al irlandés y para crear una fotografía que recordara al mundo que este es un campeonato y un deporte que se mantiene unido. Craig era la definición misma de lo que son los rallyes. Era el tipo más apasionado, emocional, elocuente y con más talento. En reconocimiento de ello, se olvidaron las rivalidades y se puso en primer plano la amistad.
Hyundai Motorsport y todos los implicados ofrecieron un momento digno, pero muy emotivo. Ver la película de homenaje a Craig fue a la vez una alegría y una conmoción.
Fue real.
El director del equipo Hyundai Motorsport, Cyril Abiteboul, dejó claro que el equipo estaba presente en Croacia con la bendición de la familia de Craig. Eso sólo sirvió para aumentar la emoción.
Llegó la competitividad y, mientras las tripulaciones aceptaban la necesaria distracción mientras se dedicaban a hacer aquello para lo que Craig había nacido, el apoyo a Breen, a su copiloto James Fulton y a un grupo de amistad genuinamente mundial se hizo patente en casi cada curva.
La semana pasada giró en torno al amor por un hombre cuya forma de pilotar hizo sonreír al mundo y a esas palabras suyas que provocaron la risa. El parque de asistencia se unió; se estrecharon los brazos, se lloró sobre los hombros.
El ambiente que reinó durante la prueba fue de apoyo, respeto, tristeza y alegría a la vez.
Por siempre joven, por siempre recordado, el parque de asistencia rindió un tributo realmente digno a Craig la semana pasada.
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